Con
la construcción de las catedrales góticas, se busca dar un nuevo mensaje: “el
mensaje de Dios a través de la luz”. El paso del Románico al Gótico supuso una
ruptura con la pesadez arquitectónica de la piedra maniatada bajo el corsé
estructural de las bóvedas de cañón y de los muros estructurales, para dar paso
a una arquitectura ligada directamente a “la construcción de sus entrañas, que
evolucionan hasta hacer posible la ejecución de verdaderas cajas de vidrio”,
buscando con su naturaleza simbólica el estado de admiración del visitante, el
encuentro con una realidad mística.
La
realidad del mensaje de la arquitectura gótica tenía que ser entendido a través
de su luz. Su composición, su distribución a lo largo de los espacios de la
catedral y su incidencia directa sobre los fieles, componía el mosaico de
escenografías a disposición del creyente para entender las escrituras, las que
sobrecogían y explicaban al pueblo como la luz de Dios se alcanzaba en las
alturas del pensamiento y su arquitectura. Entender esta luz es entender el
mensaje que los pensadores medievales dispusieron para el pueblo.
El
gótico y su nuevo simbolismo utilizan la luz de una manera novedosa. “la
arquitectura gótica se forma como la estructura de un árbol, dejando que la luz
filtre entre la hojarasca a través de coloridas vidrieras” Esta composición
provocará la original forma de introducción de la luz en el interior de las
catedrales.
La
luz no sólo es parte de la transformación del modelo religioso, sino que
definitivamente delimita su arquitectura envolvente, dando forma al espacio de
tal modo que supere los aspectos de
pesadez del Románico, ofreciendo una suerte de estructura infinitamente alta
para el ojo del observador y un modulado de luz que presta su función para
conseguir un efecto de elevación del “espíritu” hacia las alturas.
En
el interior de estos edificios la luz se convierte en el elemento predominante,
y en función de ella y su significado simbólico y espiritual se concibe el
resto de elementos arquitectónicos. Se intenta liberar los muros de su función
sustentante para colocar vidrieras más grandes y muy decoradas. Puede ser
mediante rosetones radiales (de ahí el nombre) o de vanos de mayor tamaño que
antes, que se decoran con vidrieras, sobre todo de color azul oscuro y rojo.
Los edificios tienden también a ganar en altura y verticalidad.
En
la arquitectura gótica las cargas localizadas dejan abrir muros de luz. Las
vidrieras que la filtran y tamizan crean en el interior un espacio diferente,
con colores que semejan al arco iris, la luz del interior es diferente a la luz
exterior originando un espacio psicodélico, un espacio divino.
La arquitectura gótica, a través de la
articulación de las vidrieras en el edificio como un auténtico muro traslúcido,
creó un espacio determinado por una luz coloreada y cambiante. (…) El intento
se basaba en el principio de alterar la luz física natural, como medio que nos
permite ver, identificar, medir y valorar la realidad, por una iluminación fingida
que visualmente fuese distinta de la natural. (…) El control de la luz, en
relación con el espacio arquitectónico, fue el punto de partida para convertir
el interior en un ámbito desprovisto de relaciones materiales y similitudes con
el espacio natural. (…) la abundancia de textos en los que la luz se asociaba
metafóricamente con la divinidad, justifica y explica esta concepción del
espacio de la catedral gótica como ámbito idealizado que asume el valor de un
micro-universo celeste.
NIETO
ALCAIDE, Victor. La Luz, Símbolo y sistema visual. Madrid: Ed. Cátedra 1989
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