jueves, 24 de septiembre de 2015

La luz en la pintura Renacentista y Barroca

Renacimiento es el nombre dado a un amplio movimiento cultural que se produjo en Europa Occidental en los siglos XV y XVI. Marca el cambio a los tiempos modernos. Los Artistas se liberaron de lo que venía transcurriendo en la Edad Media y se dedicaron a representar la realidad observable a través de la perspectiva lineal. El estudio de las ciencias naturales, así como el interés por el arte de la antigüedad clásica dieron lugar a una nueva forma de representación artística que caracterizó el arte occidental durante siglos.
Las expediciones de exploración, la expansión de las relaciones comerciales y los descubrimientos científicos del siglo XV hicieron que la persona ya no se viera sólo como una simple parte de la estructura divina de las cosas y lograron obtener un sentido de conciencia como individuo propio.
Una de las leyes descubiertas, es la de perspectiva central (con un punto de fuga), desarrollada por Leon Battista Alberti, hizo posible el logro de la ilusión de profundidad en una imagen bidimensional.
La reproducción perfecta del espacio, las formas, la luz y el movimiento permitió a los artistas de principios del siglo XVI, imitar la realidad y crear obras realistas.
El estilo Barroco se dio en Europa en los siglos XVII y XVIII y se extendió  también por Iberoamérica llevado por los españoles. El movimiento a menudo se le identifica con el absolutismo, la Contrarreforma y el renacimiento católico. Eran los tiempos agitados, de torturas y ejecuciones públicas, de guerras muy sangrientas, enfermedades como la peste asolaban y castigaban poblaciones enteras.
Surgió como reacción frente al arte renacentista, muy formal, normativo y desnudo; el barroco es lo contrario: contrastes acusados, gran libertad creativa y exageraciones pasionales.
El elemento más característico de la pintura barroca es su utilización de la luz. En muchos casos, aunque no necesariamente en todos, la iluminación procede de un único e intenso punto de luz. Su origen puede estar en el cuadro o fuera de él.
El lienzo es una superficie plana y  bidimensional.  La profundidad, es una ilusión. Crearla,  requiere de poner en juego técnicas específicas. Las artistas plásticos fueron los primeros maestros de este difícil arte.
La pintura renacentista desarrolló técnicas para generar la ilusión de la profundidad. Las más utilizadas fueron aquellas relacionadas con el tamaño relativo y la distribución de los elementos en el cuadro. Son conocidos los recursos de los que se sirvieron: suelos ajedrezados que parecen penetrar en profundidad, objetos o personajes que empequeñecen en función de la distancia a la que se encuentren y líneas paralelas que tienden a encontrarse a medida que “se alejan” de nuestra mirada.
Los pintores barrocos incorporan y perfeccionan las técnicas del Renacimiento. Se sirven de la luz  intensa y con una marcada direccionalidad, para generar volumen a través del contraste.
Si los pintores renacentistas gustaban de espacios amplios para así poder recrear la profundidad, a los barrocos les basta con pequeñas salas o habitaciones porque la luz hacía el resto.  Aunque para ello es imprescindible que la luz bañe el espacio conforme a la dirección marcada. Si en este punto la ilusión de la pintura barroca se desvanece. Y es aquí donde adquiere toda su importancia, no la luz propiamente, sino la oscuridad o penumbra. Es el juego entre ambas la que crea propiamente la ilusión de profundidad.
Sin embargo, en el Renacimiento la utilización de la luz estaba fuertemente restringida. La causa no es técnica , sino cultural y simbólica. Como se ha señalado, la perspectiva renacentista no pudo surgir en el arte medieval porque en aquel mundo el espacio no era ni homogéneo ni continuo, sino diferenciado y jerarquizado. El tamaño y situación de un personaje en el cuadro no mostraba su ubicación en el espacio físico sino su lugar en la jerarquía celestial. De modo semejante, el juego de la luz intensa y direccionada, la oscuridad que esta generaba, eran ajenas, incluso obscenas, en el mundo luminoso y cierto del Renacimiento.
El profundo repudio que muchos contemporáneos de Caravaggio sentían ante sus cuadros no fue falsa pose ni premeditada maldad. La oscuridad de Caravaggio devoraba el mundo renacentista.
La pintura barroca genera la profundidad a través de la luz. De este modo, libera la composición parcialmente de las limitaciones que le había impuesto la pintura renacentista.
Podría decirse que la pintura barroca genera un espacio-luz diferente,  del espacio-perspectiva del Renacimiento. Ambas concepciones no son incompatibles. Desde muy temprano, muchos pintores explorarán sus posibles alianzas dando nacimiento a nuevas y hermosas composiciones.

Pinturas del Renacimiento:









Pinturas del Barroco:







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